Agosto 2020: Reemplaza la ansiedad con oración
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Filipenses 4:6
Si hay algo que aprendí durante siete años como pastor entre los timorenses es que la oración es una forma simple y efectiva de lidiar con la ansiedad. Siguen el ejemplo de San Pablo. En su carta a los filipenses, Pablo advierte: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” (Fil. 4:6)
En cualquier circunstancia, los timorenses reemplazan la ansiedad con la oración. Eso es porque los timorenses son personas de fe. Pero también se debe a que han vivido como personas vulnerables durante generaciones. Han sido sometidos al colonialismo, la ocupación militar, la guerra y los conflictos, realidades que la persona promedio no puede controlar o manejar. Pero ellos y ellas pueden orar.
Una cosa que el coronavirus nos está enseñando es que tenemos mucho menos control de lo que pensábamos. A pesar de nuestra destreza científica y técnica y a pesar de nuestro poder económico, nuestra capacidad para hacer frente, controlar y manejar es asombrosamente limitada. Este es un sentimiento nuevo para muchos estadounidenses y que pone a las personas muy ansiosas. Por lo tanto, podemos aprender de los timorenses: reemplazar la ansiedad con la oración.
No podemos basar nuestras vidas en lo que podemos controlar porque mucho está más allá de nuestro control. En la oración, podemos articular nuestros temores y dar a conocer nuestras peticiones a Dios. A medida que cedemos nuestra ansiedad sobre el mañana a Dios, recibimos la vida que Dios nos da hoy: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Fil. 4:7)
Tom y Mónica Liddle sirven en la Iglesia Protestante de Timor Oriental (IPTL). Los nombramientos de estos compañeros de trabajo son posibles gracias a las ofrendas al Fondo de Misiones Discípulos, la misión más amplia de nuestra Iglesia y sus ofrendas especiales.