Julio 2013: en español
Un nuevo comienzo
Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo y miembros cada uno en particular. 1 Corintios 12:27
Muy pocas veces en la vida cuando uno está absolutamente seguro de haber elegido el camino correcto o sabe que está exactamente en el lugar correcto, pero así es como me siento aquí en Hungría. Ha sido tanta la hospitalidad y generosidad derramada hacia mí en los últimos cuatro meses de lo que jamás podría haber imaginado. Fui llamada a Budapest, Hungría, ya que tengo un talento que se alinea directamente con una necesidad expresada, y lo que puede parecer una tarea servil de escribir o corregir textos es más útil de lo que nosotros, los hablantes nativos de inglés, jamás pueden imaginar. Digo esto porque Hungría, lingüísticamente, está muy aislada. Su idioma es muy difícil y muy singular. También es un lenguaje que esencialmente no existe fuera de las fronteras de Hungría. Sin embargo, hay una gran cantidad de información que está siendo presentada por el Departamento de Comunicación de la Iglesia, pero como está escrita en el idioma húngaro, pocas personas fuera de las fronteras la entenderán. Esto significa que cualquier noticia o actualización tiene que ser traducidas al inglés o alemán, dado que en un momento en que la Iglesia en todo el mundo está más conectada de lo que ha estado antes, los lazos y relaciones internacionales son esenciales.
Veo mi lugar como un comunicadora, contando la historia de las iglesias húngaras. Veo que soy una pieza vital en este equipo. Pero a menudo siento esa sensación de que no estoy haciendo un trabajo suficientemente sustancial para encajar el término “verdaderamente misionero.” Aprendí que la definición de la misión es que nuestro valor es el resultado directo del trabajo que hacemos. Así que me pregunto, ¿Desde cuándo la productividad ha de convertirse en el factor decisivo en una relación? ¿No debería ser una asociación para tratar de apoyarse el uno al otro y aprender el uno del otro, mientras que nuestros itinerarios de fe se interlazan en un determinado lugar durante un período finito de tiempo? Mi conclusión es que nuestro reto es vivir nuestras vidas de una manera que sean agradables a Dios, lo que significa vivir nuestras vidas con el propósito y el conocimiento de que no somos más que una pequeña parte del cuerpo de Cristo.
Oremos para que nuestro trabajo se centre en las relaciones más que la medición de los logros, a sabiendas de que la misión de Dios toca a toda la gente.
Amy Lester sirve de Interna de Misiones Globales con la Iglesia Reformada de Hungría. Su ministerio es posible gracias a los fondos proporcionados por la Semana de la Compasión de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo). Amy sirve como facilitadora de la comunicación internacional, la redacción de propuestas a las organizaciones internacionales y recibe y orienta a los invitados internacionales.