Febrero 2012 en español
¿A quién enviaré?
“Después oí
la voz del Señor, que decía: —¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?” Isaías 6:8a
Las Iglesias en la
China están creciendo rápidamente. Este crecimiento no es el resultado de
esfuerzos misioneros masivos desde el occidente luego de la apertura de la
China, sino fruto de una labor hecha calladamente por creyentes chinos quienes
mantuvieron su fe en medio de todo el torbellino en el país.
Quiero contarles sobre
el Sr. K cuando me platicó su historia. El Sr. K tiene unos 40 años y una
sonrisa que le dan deseos a uno de escuchar lo que tiene que contar. Nació en
una provincial en el norte de Jiangsu en una familia de agricultores.
“Yo tenía 19 años la
primera vez que escuché sobre el Cristianismo por la suegra de un compañero de
clases. Ella nos hacía orar antes y después de cada comida y fue quine nos
introdujo a estas ideas por primera vez. Yo tenía muy poco interés por la religión
pero estaba dispuesto a orar si eso significaba que podría comer. Un día estaba
caminando frente a una Iglesia pequeña y escuché el sonido de himnos cantados.
Cuando mire adentro, sentí una paz y tranquilidad en aquel momento que me llevó
a creer. Me di cuenta de que Dios cuidaba de mí y fue un momento de gran gozo.
Luego de eso, esperaba con ansiedad las reuniones con Dios de los domingos. En
la congregación, nadie más tenía ni siquiera educación de secundaria y un 90%
eran analfabetas. Por lo que comenzaron a pedirme que predicara o les ayudara a
leer la Biblia. Mirando hacia atrás, fue mi año más feliz.
Fuera de la Iglesia, mis amistades me alentaron a comenzar a criar
pollos e invertimos en materiales: alimentos, huevos, una cerca. Una noche,
estaba afuera y unas hermanas de la Iglesia vinieron a buscarme pero no escuché
cuando tocaron a la puerta. Cuando supe que perdí su visita, me enfoqué en el
por qué me buscaban. Miré al cielo sin poder dormir. Sabía que me iban a pedir
que estudiara en el seminario y quería decir “no.”
Entonces recordé el verso que dice: “¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?” Y me di cuenta que era la única
persona que podía hacer esto por mi iglesia. Era mi llamado. Al día siguiente,
una Hermana de la Iglesia me preguntó si estudiaría en el seminario y asentí
felizmente.
Estaba enfocado en criar pollos pero Dios me dijo que levantara mi
mirada.”
Unidos oramos por visiones más altas para nosotros, para nuestra
Iglesia y para el mundo.
Tom y Linnea Morse, misioneros de Ministerios Globales, sirven en el
Hospital de la Torre Nanjing Drum en China en comunicaciones en inglés.