Venezuela reafirma su democracia
Acabamos de asistir a otra jornada luminosa, con una lección importante de lo que es vivir plenamente una democracia participativa, que nos ha compartido el pueblo venezolano.
Acabamos de asistir a otra jornada luminosa, con una lección importante de lo que es vivir plenamente una democracia participativa, que nos ha compartido el pueblo venezolano. Llevo más de cuatro décadas de trabajo con las iglesias venezolanas, particularmente con la Unión Evangélica Pentecostal Venezolana, y he observado ya varios procesos electorales en Venezuela. En esta oportunidad participé como observador electoral internacional en el estado Zulia, reconocido por el Consejo Nacional Electoral de Venezuela.
El proceso de las elecciones regionales culminado el 23 de noviembre próximo pasado, fue una reafirmación de la democracia venezolana por varias razones. En primer lugar, se ha comprobado una vez más la voluntad política y civil de la población venezolana. La cultura política y el grado de madurez que mostraron los venezolanos y venezolanas ese domingo 23 de noviembre, es una experiencia inolvidable. Pude observar muchas mujeres jóvenes embarazadas, ancianas y ancianos, muchos enfermos, que venían con cédula en mano a votar. En el Centro de Educación Inicial Negra Hipólita, que me tocó como observador electoral, conversé con varias de estas personas que de forma inequívoca y clara querían ejercer su derecho a ser contadas y escuchadas. Una anciana que deseaba llegar al centro de votación Negra Hipólita me lo confirmó sin titubeos: “Señor, vengo así enferma como estoy a votar, quizás por última vez. Dígale al resto del mundo que aquí vivimos en democracia”. Sus ojitos brillosos mostraban alegría y satisfacción.
Al preguntarle a varios jóvenes de distintas tendencias políticas (una de las jóvenes me confirmó que “era de la oposición”), todos y todas sin excepción confirmaron una satisfacción de votar, algunos de ellos y ellas, por primera vez. En el Centro Negra Hipólita había testigos electorales y funcionarios de mesas muy jóvenes. Las dos personas que manejaban la computadora capta huellas (donde se verificaba la identidad de cada elector y su elegibilidad para votar) eran muy jóvenes, y mostraban un dominio profesional del procedimiento. Cuando la máquina falló por unos minutos, la joven que intentó destrabar el sistema mostró aplomo y persistencia, y rápidamente llamó por su celular en busca de asistencia. En pocos minutos el otro joven, más diestro en el manejo de la capta huellas, vino a socorrerla. Cuando le comenté a la joven que la había visto sudando, me comentó: “Estoy extenuada, pero lo importante es que el sistema funcione y la gente no se moleste más de lo necesario”. Otra joven se sentó a mi lado cuando la máquina receptora de votos falló y hubo necesidad de cambiarla, y expresó: “Aguardamos con paciencia, lo importante es completar el proceso electoral con transparencia”.
Estas elecciones regionales en Venezuela se dieron en un clima de tensiones, y a ratos pequeñas confrontaciones, entre las diversas tendencias políticas envueltas en el proceso. Recuérdese que en muchos lugares había partidos pequeños y líderes locales que se inscribieron como candidatos y candidatas. No cabe la menor duda que el PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), presidido por Hugo Chávez, ha mostrado ser la fuerza política más sólida y mejor organizada, logrando en corto tiempo consolidarse como el partido principal a nivel nacional y regional. El papel de los medios de comunicación también es un factor que incide con rasgos muy negativos. La mayoría de los medios televisivos y la prensa escrita demuestran un comportamiento militantemente político, dejando mucho que desear en su profesionalismo periodístico. Se comportan como partidos políticos alineados claramente con sectores conservadores y crean un clima de histeria y desconcierto que para nada ayuda a la convivencia social.
Hay un factor que para el que escribe, como teólogo y pastor, es de vital importancia: la participación de las iglesias evangélicas en la vida política de Venezuela. Para nadie es un secreto que en América Latina y el Caribe hemos experimentado un cambio radical en lo que a la participación política activa de los y las creyentes evangélicas se refiere. En el pasado se mantenía una separación tajante entre la fe personal y la ideología política. Eso ha cambiado notablemente y hoy hay líderes evangélicos participando activamente en la política y los partidos políticos como es el caso en Bolivia, Brasil, Chile, Perú, Ecuador y Venezuela. En Venezuela hay líderes evangélicos bien activos en todos los partidos políticos, y varios pastores y líderes reconocidos públicamente fueron candidatos y candidatas a puestos electivos. Tal es el caso de Geremías Colmenares, miembro de la Unión Evangélica Pentecostal Venezolana, quien salió electo, con un amplio margen, como alcalde del municipio Ospino, estado Portuguesa. Otros y otras líderes son miembros fundadores del PSUV y de otros partidos políticos. Se ha confirmado que líderes evangélicos pueden participar desde su fe en los procesos políticos y mantener no solo su identidad evangélica sino su disposición de servir al pueblo. Esperemos que mantengan un nivel ético responsable y digno.
¿Cuáles son algunos elementos que desde mi perspectiva podrían ser resaltados a la luz de este proceso electoral?
Después de 10 años en el poder el presidente Hugo Chávez y la revolución bolivariana han podido mantener un nivel de vigencia electoral y política notable. Esa cantidad de años en cualquier gobierno desgasta y tiene su costo político. Mucho más cuando la confrontación con la oposición ha sido tan alta en Venezuela. Pero Hugo Chávez sigue manteniendo una popularidad sorprendente. No cabe duda que posee el carisma y la astucia política para mantener este nivel de popularidad. Sin embargo, más allá de su popularidad personal Hugo Chávez enfrenta desafíos importantes que van desde la eficiencia político-administrativa de su gobierno y la corrupción a varios niveles. Esto se da en cualquier gobierno, y no debe sorprender, pero la insistencia del presidente Hugo Chávez en que la revolución bolivariana es distinta y transparente a nivel ético en su gestión gubernamental, pone una presión importante en su gestión como líder. Allí también hay que anotar las expresiones de algunos ciudadanos (incluyendo miembros del PSUV) sobre la necesidad de un liderazgo más compartido y colegiado a nivel nacional que vaya formando y capacitando un liderato de relevo dentro del proceso mismo de la revolución bolivariana.
Hay un aspecto que ha incidido en el resultado de las elecciones regionales, sobre todo en las zonas urbanas como Caracas y Maracaibo. Allí obviamente hay un sector importante de la burguesía que se opone al presidente Chávez y su revolución bolivariana y favoreció a líderes de la oposición. Pero también hay una preocupación entre todos los sectores de la población en esas ciudades sobre la inseguridad pública y la criminalidad organizada. Por un lado, se admiran las llamadas “misiones” que han servido desde la salud pasando por la educación y hasta la vivienda y el desarrollo endógeno. Por el otro lado, hay preocupación porque la protección ciudadana y la vulnerabilidad ante un clima de inseguridad atenta exactamente contra la vida y sus valores. Este es un desafío serio en el futuro inmediato para la revolución bolivariana.
El presidente Hugo Chávez ha manifestado constantemente que la revolución bolivariana “se profundiza”, y a la luz de los resultados de las elecciones regionales él ha insistido en que tal es el caso. Me parece que aquí hay un desafío que va más allá de los resultados numéricos y plantea una discusión sobre el “socialismo del siglo XXI” y hacia dónde va el proyecto más amplio de la revolución bolivariana. Esa discusión ideológica, y la posible lucha y confrontación que pueda generar, incluso en su propio partido político y con las alianzas con otras toldas políticas, va a ser inevitable. La claridad ideológica y la creatividad política serán signos importantes que han de confirmar el carisma de Hugo Chávez y la viabilidad de la revolución bolivariana a futuro. No bastará con ganar elecciones, ellas son parte de un proceso más amplio y profundo.
Hay un aspecto más que deseo subrayar. Se ha roto para siempre el mito de que el factor religioso es negativo y reaccionario cuando de ideología y participación política se trata. La amplia participación política de los sectores evangélicos en estas elecciones regionales de Venezuela y la visibilidad de líderes evangélicos en el PSUV y otros partidos políticos confirman un cambio en la ética política evangélica que es desafiante. La revolución bolivariana debe leer los signos de estos tiempos y elaborar una estrategia más coherente, y menos clientelista, cuando de estos sectores se trata. Las iglesias harán muy bien si se disponen a equipar a sus miembros de una ética también más coherente y clara de lo que implica la política, lo político, y la participación pública como servidores y servidoras públicas. Cómo se entiende el poder, sus mecanismos, estructuras, manifestaciones y complejidades, será crucial. No basta con la buena voluntad y la honestidad. Tampoco ayuda una teología ingenua con concepciones casi mágicas sobre la presencia divina y su favor. Hay que comprender y entender las reglas del juego y el desenvolvimiento en la arena política. Hay lecciones que aprender en una participación inédita para los evangélicos y evangélicas en Venezuela.
Al final de esta jornada nos queda la impresión de que el saldo es mucho más positivo que negativo y que las lecciones aprendidas deberán ser ponderadas y analizadas para avanzar. El pueblo venezolano ya nos ha dado importantes lecciones al reafirmar su democracia. Esperemos días de reafirmación hacia la justicia, la paz y la dignidad que hará de Venezuela siempre un “bravo pueblo”. Confiamos y oramos que así sea.
Carmelo Álvarez
Carmelo Alvarez serves as a missionary affiliate appointed by the Common Global Ministries Board of the Christian Church (Disciples of Christ) and the United Church of Christ to serve with the Latin American Evangelical Pentecostal Commission (CEPLA) and the Evangelical Pentecostal Union of Venezuela (UEPV) based in Chicago, Illinois. He serves as program consultant and visiting professor for the Latin American Pentecostal Commission (CEPLA) and the Evangelical Pentecostal Union of Venezuela (UEPV).