La flotilla de ayuda humanitaria a Gaza
Las imágenes son reveladoras… En efecto, «hablan más que mil palabras». Los comandos israelíes descienden de los helicópteros por sogas, en medio del Mar Mediterráneo; y los activistas internacionales responden con hondas, palos y garrotes a la llegada abrupta del ejército. El resultado de la confrontación en aguas internacionales es más de una docena de muertos y decenas de heridos. Y todo esto, ante a las cámaras de televisión.
Ya el ambiente estaba listo para la confrontación. El bloqueo de la Franja de Gaza tiene varios años, y la crisis humanitaria es seria. El argumento israelí para justificar esa acción es impedir el lanzamiento de misiles contra su territorio, con el respaldo de Hamás. Y ciertamente, los estados tienen el derecho de mantener la seguridad nacional y la responsabilidad de proteger a sus ciudadanos. Por otro lado, el bloqueo es un tipo de castigo colectivo, que afecta a la población civil, que las Naciones Unidas rechazan.
La comunidad internacional ha quedado asombrada ante los sucesos. La pregunta de fondo es la siguiente: ¿Se necesitaba tanta violencia, con sus implicaciones letales, para detener o desviar la flotilla al cercano puerto de Asdod? ¿Se requería la muerte de civiles para impedir que los barcos con ayuda humanitaria llegaran a Gaza?
Varias naciones europeas han pedido explicaciones a los embajadores israelíes… La liga árabe ha condenado las acciones… Y Estados Unidos ha solicitado oficialmente al Gobierno de Israel que esclarezca el asunto lo antes posible. La verdad es que la imagen de Israel, como nación amante de la paz, se ha visto seriamente lacerada. Es muy difícil relacionar los esfuerzos de paz con las acciones bélicas que afectan adversamente a la población civil.
Para entender la gravedad de estos eventos hay que poner el incidente en una más amplia perspectiva política. Hace solo un mes, aunque de manera indirecta, que comenzaron los diálogos de paz entre la Autoridad Palestina e Israel. La esperanza de las mayorías palestinas e israelíes es que esas conversaciones se conviertan en negociaciones oficiales que produzcan acuerdos de paz duraderos. ¡La gente está cansada de la guerra y la violencia! ¡Las nuevas generaciones lo que desean es vivir en paz, dignidad, seguridad y armonía!
Sin embargo, mientras esas iniciativas políticas, apoyadas por la comunidad internacional, particularmente por los Estados Unidos, se organizan para adelantar la causa de una paz con justicia en el Oriente Medio en general, y en Israel y Palestina en particular, las fuerzas del odio, la irracionalidad y el resentimiento quieren mantener ese estado ingrato de violencia continua e injusticia en la región. De singular importancia es notar que en ambos bandos hay sectores fundamentalistas que se oponen a la paz, y que cada vez que se inician negociaciones que tienen alguna posibilidad real de lograr acuerdos significativos, tratan de descarrilar las conversaciones y boicotear los procesos.
Este momento de crisis en Israel y Palestina es una magnífica oportunidad para que la comunidad internacional requiera explicaciones serias, rápidas, sobrias e inteligentes en torno a lo sucedido: ¡La verdad debe salir a la luz! Es la hora propicia para que la gente amante de la paz se una en un gran esfuerzo internacional para impedir que los diálogos se detengan y que las negociones se posterguen. Es el instante ideal para afirmar que hay que terminar con la ocupación israelí de los territorios palestinos. Y es un espacio significativo para reiterar que el Estado de Israel tiene el derecho inalienable a vivir en paz y seguridad.
El grave incidente de la flotilla internacional y humanitaria a Gaza debe relacionarse con los esfuerzos para terminar con el conflicto palestino-israelí, que propicie la implantación de una paz firme y duradera que se fundamente en la justicia.